martes, 21 de diciembre de 2010

En defensa de la religión

        
        "El hombre está ordenado por la naturaleza a vivir en comunidad política. El hombre no puede procurarse en la soledad todo aquello que la necesidad y la utilidad de la vida corporal exigen, como tampoco lo conducente a la perfección de su espíritu. Por esto la Providencia de Dios ha dispuesto que el hombre nazca inclinado a la unión y asociación con sus semejantes, tanto doméstica como civil, la cual es la única que puede proporcionarle la perfecta suficiencia para la vida. 
          Ahora bien, ninguna sociedad puede conservarse sin un jefe supremo que mueva a todos y cada uno con un mismo impulso eficaz encaminado al bien común. Por consiguiente, es necesaria en toda sociedad humana una autoridad que la dirija, autoridad que, como la misma sociedad, surge y deriva de la naturaleza y, por tanto, del mismo Dios que es su autor. De donde se sigue que el poder público, en sí mismo considerado no proviene sino de Dios. Sólo Dios es el verdadero y supremo Señor de las cosas. Todo lo existente ha de someterse y obedecer necesariamente a Dios, hasta tal punto que, todos los que tienen el derecho de mandar, de ningún otro reciben este derecho sino es de Dios, Príncipe Supremo de Todos ... Por lo que en (toda) forma de gobierno los jefes del Estado deben tomar a (Dios) como modelo y norma." 

        Como muy bien dice este fragmento de la Encíclica Inmortale Dei del Papa León Xlll, escrita en el año 1885, debemos reconocer a Dios como la máxima autoridad del Estado, de lo que se sigue que el Estado es confesional por naturaleza.

        Esta premisa del derecho natural reconocida y aplicada desde tiempos inmemoriales en Europa, ha dejado de ser tenida en cuenta en las formas de gobierno contemporáneas, generando una grave desvinculación que es la causa directa de aberraciones jurídicas como la de considerar el aborto un derecho o llamar matrimonio a las uniones homosexuales. Francisco Martínez García dedica un artículo a esta cuestión titulado El laicismo en el editorial de La Verdad del 21 de febrero del año 1926. En el mismo deja de manifiesto su adhesión al Estado Confesional, pero sin querer imponérselo a nadie. Considera, eso sí, que los evidentes beneficios que ha proporcionado la religión cristiana al desarrollo de la humanidad deberían ser protegidos y conservados:

        "Por gratitud siquiera deben ser objeto de amparo y de fomento desde las alturas del Poder las doctrinas religiosas que han engendrado los más grandes progresos morales y actos más bellos de sacrificio y de renunciamiento que la historia conoce"

        En un ambiente que empezaba ya a impregnarse peligrosamente de anticlericalismo y donde las logias masónicas ganaban terreno poco a poco, eran cada vez mayores las presiones para quitar la enseñanza religiosa de los centros docentes. Don Francisco, preocupado por la formación humana e intelectual de los alumnos, responde brillantemente a los que acusan a la religión católica de dogmática:

        "Nos referimos a... la doctrina en la que se pretende mutilar el campo de conocimientos del alumno..., dejando incontestadas las preguntas que más le importan... a pretexto de eludir los dogmatismos, cuando, pese a los escrúpulos de todos los librepensadores juntos, no hay enseñanza - incluso la que ellos dan y en mayor grado que la restante- que no sea dogmática, pues de otra manera no se concibe el progreso".

        Ya que parece improbable que nuestro país vuelva a ser un Estado de reconocida confesionalidad cristiana, al menos deberíamos los cristianos exigir a nuestros gobernantes que protejan las Verdades Eternas y la fe de las futuras generaciones.

        Os deseo una Feliz Navidad y un Próspero año 2011 a todas/os.

        Pedro Antº Almela

lunes, 13 de diciembre de 2010

Buscad primero el Reino de Dios y su justicia...

         
             Ya hemos señalado con anterioridad la extraordinaria capacidad de trabajo que tenía Francisco Martínez. Como fue sobre todo su perseverancia la que le llevó a conseguir aquella plaza de catedrático sin rendirse a los desánimos de las muchas trabas y dificultades. Simultaneando muchas veces la dura tarea del estudio con su cargo de director de periódico, y con sus obligaciones en el ejercicio de la abogacía (se inscribió en el Colegio Oficial de Abogados de Murcia en 1920). Con todo el entusiasmo y esfuerzo que ponía para conseguir todo aquello que quería, nunca dejó de abandonarse completamente a la Divina Providencia. Él mismo lo puso de manifiesto en su toma de posesión como director de La Verdad, cuando expresó su deseo de mejorar el periódico en dos vertientes, la espiritual y la material:

" Dos fines... que convergen en uno, ajustándose en todo a las palabras del evangelio: " Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán dadas por añadidura" (Mt 6,33)" - Una vida al servicio de la fe pág. 56 -.

             Francisco tomaría estás palabras de Jesucristo como algo cotidiano en su vida. Por ejemplo, en el libro de Pedro Soler anteriormente referido se nos dice que muchas veces no cobraba nada por la defensa jurídica de clientes con escasos medios:

" En su dietario de cuentas podía leerse con relatica frecuencia: "No cobrar" (Pág. 49)

          No le importaba dejar de ganar dinero si se podía hacer justicia a una persona pobre.
Otro claro ejemplo de confianza en la Divina Providencia podemos encontrarlo en su paso por la política. En Marzo del año 1924, tras la dimisión del entonces alcalde de Murcia, el gobernador civil nombró los concejales de la nueva corporación municipal, entre los cuáles figuraba el nombre de Francisco Martínez García "catedrático y periodísta". D. Francisco se enteró de su inclusión en la lista cuando se encontraba en Orense preparando su traslado de la cátedra de Filosofía y Derecho. Sorprendido escribió al nuevo alcalde para informarle de su recién estrenada plaza de instituto en aquella ciudad y de su consecuente imposibilidad para pertenecer al nuevo ejecutivo. Entonces se acordó en sesión municipal concederle un periodo de excedencia hasta que volviese a Murcia. En una carta que le escribió a Carmen, su mujer, le decía:

" Si el cargo fuera renunciable, excuso decirte que me hubiera faltado tiempo para mandar por telégrafo mi dimisión" ( Una vida al servicio de la fe pág.84)

          Este brusco cambio de planes (recordemos que la vocación preferida de D.Francisco siempre fue la docencia) no le impidió dedicarse a su nueva profesión de concejal con el entusiasmo y entrega que le caracterizaban. Posteriormente, y tras la dimisión del nuevo alcalde Fernando Delmas por problemas de salud, D. Francisco fue elegido alcalde de Murcia por otro gobernador civil, el señor Salgado Biempica.
"... es evidente que yo fui a la Alcaldía de Murcia sin pretenderlo y por designación..." Escribiría posteriormente FMG en su libro A la hora de las responsabilidades. Las reformas urbanas de Murcia.

            D. Francisco se tomó con especial entrega esta nueva responsabilidad al frente del ejecutivo murciano, entrega que, incluso le impediría muchas veces tomar sus vacaciones reglamentarias en un periodo de mucho estrés tan diferente quizá del que él se hubiera imaginado como catedrático. Queda claro que, más allá de sus preferencias personales, él hacía lo que consideraba su deber en cada momento abandonándose plenamente en las manos del Creador.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Carmen Morillas Quintero

        Dicen que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, y esto se cumple a la perfección en el caso de nuestro Siervo de Dios. Francisco debía de pensar que su querida Carmen era un regalo de la Providencia Divina, y así se lo hacía saber a ella en algunas de sus cartas de novios:
     "En nuestro cariño hay un no sé que de extraordinario  que constituye lo característico de nuestro amor... y es algo así como el presentimiento de la felicidad que ha de ser inherente a nuestra unión. Sin duda existe desde el principio una identificación completa en nuestros gustos, aspiraciones e ideales" (FMG cristiano y mártir de Cristo, Pág 20).

     Las hijas de D. Francisco recuerdan a su madre como una persona alegre, simpática y muy amiga de sus amigos y a la vez de carácter firme, muy entera y muy sufrida. Carmen era también una buena cristiana a la que su marido definía como "singularmente pura, virtuosa y recta", muy devota de la Virgen en su Inmaculada Concepción y del Sagrado Corazón de Jesús. Sorprende mucho la profunda admiración que procesaba Don Francisco a su mujer, a la que proponía como ejemplo de conducta y modelo a seguir a sus cuatro hijas, refiriéndose a ella habitualmente como "la reina de nuestro hogar".

     El ambiente familiar estaba tan cargado de amor que, según nos cuenta su hija Mª Francisca, su padre y su madre se intercambiaban sus devociones para unirse en la oración y ofrecerla el uno por el otro. Siendo todavía novios, se habían propuesto que el día de la Inmaculada Concepción fuese una fiesta familiar y acabaron consiguiendo que sus cuatro hijas hicieran la Primera Comunión ese día del año. Y es que ella tenía las cosas tan claras como su marido, al cuál decía:
      "Consagraremos la vida a nuestros hijos, preferentemente a su educación, en ellos cifraremos nuestra mayor dicha. Nosotros, si Dios quiere, aunque sintamos por nuestros hijos un cariño sin límite, trataremos de educarlos con saludable severidad, por su bien, sobre todo los acostumbraremos al trabajo para que sepan abrirse camino en la vida, cada día más problemática, después de infundir en sus almas, ante todo, los principios de nuestra Religión, sin la cual no hay virtud perfecta posible".

     Doña Carmen al igual que Don Francisco era una mujer muy fuerte. Su fortaleza, don del Espíritu Santo fue lo que hizo posible que llegase a concebir cinco hijos, a pesar de estar enferma del corazón desde niña. Sabiéndolo con certeza desde su tercer embarazo no se cerró a más vidas que Dios pudiera hacer surgir de su matrimonio, todo un ejemplo de sacrificio, me atrevería a decir heroico para las mujeres de hoy en día. Quizá aprendido también de su propia madre que concibió muchos hijos pero a la que solo le sobrevivieron tres, Carmen y dos hermanos más. Pero donde más se refleja este Don de fortaleza en la vida de esta mujer es en el hecho de que supo enseñar a sus hijas a perdonar a los asesinos de su padre "desde el primer momento"; viviendo en paz sus últimos quince años como viuda hasta que "el Señor volvió a unirla con D. Francisco en el Cielo".  Toda una historia de Amor.

  

viernes, 26 de noviembre de 2010

La eutanasia

        Entre los artículos de Francisco Martínez García del diario La Verdad, hay uno que me ha llamado poderosamente la atención, lleva por título La eutanasia y su fecha de publicación es el 14 de febrero del año 1925. Cuando lo vi quedé sorprendido de que en aquella época también se reflexionase sobre este tema que está ahora tan de actualidad. Pensándolo bien, tengo que reconocer que la eutanasia no es más que un "suicidio asistido" y suicidas ha habido en todas las épocas. En el caso que nos compete D. Francisco se hace eco de un suceso que conmocionó a muchos países de Europa, incluida España. Uminska, una famosa artista polaca inyectó a su amigo Ziwerski una mezcla de potentes analgésicos que le causaron la muerte. El caso fue llevado a los tribunales y Uminska fue absuelta por un jurado en Paris, ciudad donde ocurrieron los hechos. Su abogada pudo convencer al Tribunal que fue el propio Ziwerski, enfermo terminal de cáncer, quién había pedido a su amiga ayuda para morir. Según FMG el fallo del Tribunal "cohonestó plenamente la conducta de la matadora, suponiéndola inspirada por móviles altruistas y elevados".
        D. Francisco no podía disimular su indignación ante tal sentencia y la califica de "injusta". No olvidemos que, además de director de La Verdad, era ya un prestigioso abogado en funciones. En esta ocasión, sin embargo tuvo que limitarse al simple litigio periodístico, comenzando por lamentarse de la escasa fuerza de las tesis acusadoras del fiscal, quien " apenas pudo emplear otro argumento de defensa ... que el de que la ciencia médica pudo haber descubierto la curación del cáncer en el periodo que hubiese mediado entre la muerte violenta  y la natural producida por el padecimiento".
Esta escasez en la acusación se debió fundamentalmente, según nuestro vecino a que se encontraba "fuera de la Moral Católica" sin la cuál "es muy difícil justificar la verdadera regla de conducta" Ya que, como él mismo reconoce " para la doctrina católica... no existe si quiera el problema, pues de la mera enunciación del mismo se desprende su manifiesta inmoralidad".
        Para FMG no existe ninguna duda de que "para la sana moral, la eutanasia es abominable, porque dispone de la vida del paciente, cuando sólo Dios tiene tal derecho, que no puede serle disputado a pretexto de evitar sufrimientos... inseparables compañeros de la humanidad"  así " lejos de constituir un acto de caridad, la privación del dolor, entraña el más inicuo de los despojos, puesto que la vida es el sumo bien de que el hombre dispone en este mundo".
        Estoy plenamente de acuerdo con D. Francisco, ya que aunque los cristianos no debemos juzgar a nadie como muy bien nos manda el Señor (Lucas 6, 37), eso no quita de que debamos eximir de castigo humano a los que cometen delitos. No soy filósofo ni jurista, pero me resulta fácil imaginar lo terrible que sería convertir la eutanasia en un derecho.
        Primero, ¿en qué casos se podría ejercer este derecho? Parece lógico pensar que sólo en aquellos en los que existiese una enfermedad mortal e incurable. El problema viene cuando pensamos en la cantidad de enfermedades incurables que existen: el cáncer, la diabetes, el sida, la sífilis, el enanismo, la migraña, la hipertensión, el autismo.... la lista de enfermedades incurables es muy grande. Alguno puede pensar, pero sólo las que sean mortales. Eso aún es más difícil de determinar pues tenemos muchos ejemplos de enfermos de enfermedades graves que siguen vivos mucho tiempo después. Como el célebre científico inglés Stephen Hawking o la artista Lola Flores que tuvo cáncer durante 27 años. Y si seguimos el criterio del dolor, aún es más subjetivo, puesto que siempre ha habido gente dispuesta a suicidarse por una depresión, o por un desamor, o gente que afirma que con una migraña crónica se puede sentir más dolor que con el cáncer. ¿Y si lo dejamos en manos de un comité médico? ¿Y qué criterios seguirían? ¿Quién definiría esos criterios? Acabaríamos por reconocer el derecho a morir a toda persona, puesto que sólo dependería de su subjetividad. La sociedad se transformaría en un monstruo hedonista, dispuesto a sufrir cada vez menos y al final tendríamos que prohibir la eutanasia para poder vivir en sociedad. Así que el problema no está en un caso particular sino en reconocer la eutanasia como un derecho, en reconocer una mentira, igual que pasa con el aborto.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Un gran patriota

Francisco Martínez García era un verdadero patriota. Lejos de las connotaciones negativas que esta palabra inspira a muchos de nosotros hoy en día, podríamos decir que su patriotismo era sinónimo de amor. Amor a España y amor a la misión evangelizadora y civilizadora de pueblos con la que el espíritu y el genio hispano ha querido conquistar el mundo, sirviendo así a la Iglesia Católica.
Para los que piensen que todo esto suena a muy de derechas, sería conveniente recordar que es el mismo Jesús resucitado el que da poder de Magisterio Universal a su Iglesia:
"Id por todo el mundo y anunciad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará, pero el que no crea será condenado" Mc, 16, 15-16
Sólo desde esta perspectiva tan cristiana podemos entender algunos de sus artículos del periódico La Verdad, que a primera vista podrían resultarnos polémicos, pero que, en el fondo responden a un gran sentido común.
En septiembre del año 1921, con motivo de las diversas fiestas locales y sus diferentes advocaciones marianas en muchos pueblos de la Región de Murcia, escribía un artículo titulado La Virgen y la guerra en el que defendía su derecho a pedir a la Madre del Cielo por la pronta finalización de la guerra de África y su resolución en favor de nuestro bando. Criticando la hipocresía de algunos "buenistas":
" ... algunos elementos enemigos de la guerra, aunque no de la efusión fratricida de la sangre en las contiendas sociales, estiman poco menos que como una herejía la invocación de Nuestra Señora a propósito de las empresas bélicas, y nosotros debemos decir que, si bien la guerra es una calamidad pública y su provocación en principio es indefendible mientras por otros procedimientos puedan ser solucionadas las cuestiones internacionales, la campaña entablada en Marruecos tiene a su favor todas las circunstancias propicias para cohonestar el empeño del interés nacional en la contienda, mientras se justifica la impetración del auxilio sobrenatural en pro de nuestras armas"
D. Francisco une estos argumentos con los referidos al principio del presente artículo, respecto del deber de dar a conocer a Cristo como salvador de todos los pueblos de la Tierra:
"la lucha que contra el mismo (Marruecos) se mantiene, reviste el carácter de continuación de la guerra de la reconquista,... en que se trató... de recuperar... el patrimonio religioso e intelectual de nuestra raza"
Hemos de tener en cuenta que el ejército de Abd el-Krim quería conquistar los territorios españoles de Ceuta y Melilla, aunque su ejército fue definitivamente derrotado en 1926 por las tropas de Primo de Rivera, y él fue vendido a los españoles por algunos guerrilleros rifeños. Pero escapó entregándose a los franceses con los que también estaba en guerra. Quizá temía por su vida, él que tan sanguinario y tanto estragos había realizado a aquellos para los que un día había trabajado (antes de la guerra Abd el-Krim había estudiado becado en España y había sido funcionario del estado español).
Otra de las cuestiones que D. Francisco M.G trata en sus artículos es la del nacionalismo catalán. En el editorial de La Verdad del 5 de mayo de 1920 titulado  El separatismo barcelonés se lamenta de que algunos catalanes expresen tanto odio a España y pone como ejemplo un hecho ocurrido veinte años atrás (sobre el año 1900). Cuando una sección de la flota militar francesa al mando del Almirante Founier fue recibida en Barcelona al grito de: ¡Viva Cataluña Francesa!
"... para insultar y herir de un modo más hondo el honor y el sentimiento nacional".
Francisco no quería ver España dividida, pues como muy bien dice el evangelio todo reino dividido contra sí mismo no sobrevivirá.
Creo que todos deberíamos aprender de él a defender nuestro país con la misma valentía y con la misma claridad de ideas, puesto que también tenemos los cristianos el deber de honrar a nuestro padre y a nuestra madre. Francisco lo tuvo muy claro desde bien joven e invito a todos los lectores de este blog a leer el excelente trabajo que realizó con motivo de la velada literaria conmemorativa del primer centenario de la guerra de la Independencia que se celebró en Molina de segura en 1908. Lo tituló Los afrancesados.

 

sábado, 13 de noviembre de 2010

Misa en la Parroquia de la Sagrada Familia


     El domingo pasado recibimos en la Parroquia de la Sagrada Familia de Molina de Segura, una visita muy especial, la de Maria Francisca Martínez Morillas, la hija menor de Don Francisco Martínez García. Aunque tiene 85 años de edad no podemos decir de ella que sea una anciana, puesto que se conserva estupendamente, y hace gala de un porte físico y de una lucidez mental propias de una persona de muchos años menos. Más tarde me he enterado de que Mª Francisca es miembro de la Institución Teresiana, y de que ha viajado a lo largo de su vida por muchas partes del mundo desarrollando las labores educativas propias del carisma de esta comunidad. Al conocer este dato he recordado el hecho de que, cuando era pequeña Mª Francisca solía asistir de vez en cuando, junto a sus padres y sus hermanas, a ceremonias en las que se daban cita representantes de la política y la cultura no sólo de la Región de Murcia sino del resto de España, como por ejemplo aquel homenaje que recibió su padre en el antiguo Teatro Vicente de Molina a manos de sus paisanos con motivo de su nombramiento como alcalde de la ciudad de Murcia. A él asistieron todas las grandes personalidades regionales de la época y el matrimonio junto con sus hijas ocupó un palco de honor. Todo esto nos da una idea de la cantidad de experiencias acumuladas que debe de tener la hija de D. Francisco.

     Al final de la Misa, tomó la palabra y agradeció a la Parroquia los esfuerzos que se están realizando para mantener viva la memoria de su padre, del que ella conserva aún tan vivos recuerdos, a pesar del tiempo transcurrido y de que sólo tenía once años cuando lo asesinaron. "Quizá sea por todo lo que habló después con su madre" le comenté cuando ya estábamos fuera de la iglesia. Al finalizar la Eucaristía nos retratamos al pie del altar el párroco D. Alberto Guardia y un servidor con gran parte de la familia murciana de D. Francisco Martínez, allí reunida. Después aproveché para conversar, entre otros con Manuel Martínez, sobrino de nuestro Mártir molinense y otorrino de profesión, que me contó muchas cosas interesantes respecto del interior de la Parroquia de la Asunción antes de ser quemada en la guerra. Un interior que fue fotografiado por su padre D. Jesús, hermano de D. Francisco y farmaceutico muy conocido en nuestro pueblo. También hablamos de la imagen original de Nuestra Señora de la Consolación que se veneraba en su Ermita y que también fue destruida en la guerra. Al parecer era una talla antiquísima y, aunque D. Jesús trató de fotografiarla igualmente en previsión de lo que pudiera ocurrir, nunca obtuvo el permiso para hacerlo. Sin embargo, Mª Francisca aún conserva una estampa de esta Virgen que su padre llevaba siempre con él. A todos los que tengáis curiosidad por verla os la mostraré en próximas entradas de este blog. En la foto que inicia esta entrada Mª Francisca es la que esta en el centro junto al párroco.

Pedro Almela

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Eran otros tiempos...


En el año 1921, la fiesta del "Entierro de la Sardina" ya existía en Murcia. Muchos se preguntarán como sería el desfile de aquella época, yo no sabría precisarlo pero si puedo decir que el de aquel año fue duramente criticado por Francisco Martínez García en el editorial de La Verdad del día siguiente, concretamente en el del 29 de Marzo. El artículo tenía por título Una ofensa a la moral pública. En él podemos leer:

"El Entierro de la Sardina exhibido anoche fué un escarnio de la decencia pública, constituyó una vergonzosa exhumación de paganas obscenidades ..."

Podemos suponer, leyendo el resto del editorial, que la organización del evento contrató prostitutas para que desfilaran por las calles ligeras de ropa, algo así como lo que hoy sería la comparsa de Brasil, pero en los años veinte. ¿Qué opinaría FMG del Entierro de la Sardina hoy en día? Se puede pensar que eran otros tiempos, pero incluso por aquel entonces algunas voces protestaban por la "sistemática oposición" del diario católico La Verdad a esta fiesta tan murciana. Ante estas quejas esgrimidas durante las reuniones organizativas, el director del periódico, nuestro venerable Francisco, respondía que no había ningún prejuicio y que "por consiguiente, si el festejo se producía en términos compatibles con la moral, con la cultura y con el arte, nos complaceríamos en aplaudirlo, según ya de antemano hicimos en diferentes ocasiones, como el año pasado".
Pero sí, hemos de reconocer que eran otros tiempos... Eran tiempos en los que "el menosprecio del pudor y la moral" importaban a alguien. Me pregunto qué pensaría FMG de otra fiesta centenaria como El Bando de la Huerta, hoy convertida en una orgiástica adoración de la borrachera, en la que ya ni siquiera las jóvenes se visten con el atuendo femenino.
Eran tiempos en los que se valoraban términos hoy en día en desuso como son: "el pudor, el decoro" tiempos en los que se protegía la sensibilidad y la inocencia de los más pequeños.

" ... del ultraje inferido a las señoras, a la inocencia de los niños y, en general, al pudor público"

Me pregunto qué diría nuestro Venerable vecino al ver su amado periódico convertido en el mejor catálogo de prostitución de Murcia. En el mejor de los casos se lo tomaría como una broma de muy mal gusto realizada por algún anarquista degenerado. Y qué diría si asistiera al desfile de carrozas de las fiestas de Molina, en que cada año las comparsas exhiben altavoces de mayor tamaño y potencia para desdicha de los aparatos auditivos de los asistentes, especialmente de los niños pequeños. Seguramente pensaría que ya no hay conciudadanos que se quejen por nada, que las gentes de este tiempo son cobardes y que tragan con todo o que van todos como drogados incluso los pobres niños, que tienen que aceptar con la resignación que les da su indefensión toda la locura de los mayores. Pero en fin, es que él era un hombre de otro tiempo.  ¿Cómo iba a imaginar el grado de degeneración pública al que llegaría la generación de sus nietos? Pero la dignidad humana permanece imperturbable hasta el fin de los tiempos, por lo tanto los cristianos de hoy en día no debemos embotarnos de la insensibilidad y perversión de este mundo y, a ejemplo de FMG debemos protestar ante las cosas que ofenden y están mal hechas. AMÉN

jueves, 28 de octubre de 2010

Perseveró hasta el fin

"Entonces os entregarán al tormento, os matarán y todas las gentes os odiarán a causa de mi nombre.
Y se escandalizarán muchos, se traicionarán mutuamente y se odiarán unos a otros.
Surgirán muchos falsos profetas y seducirán a muchos.
Y, al desbordarse la iniquidad, se enfriará la caridad de muchos.
 
Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará." (Mateo 24, 9-13)

      Las últimas horas de vida de Francisco Martínez García fueron durísimas. Todo ocurrió el 5 de agosto de 1936. A media mañana una milicia del Frente Popular comenzó a rodear la finca de la casa familiar en Tribaldos, donde la familia pasaba los veranos. Francisco intuyó el peligro y sacó de allí a su mujer y a sus hijas tras despedirse emotivamente. Ellas no le volverían a ver vivo nunca más. Encerrado por los milicianos junto con otros dos familiares y una de sus criadas en la Iglesia Parroquial de Tribaldos, recibieron insultos, blasfemias, les destrozaron objetos religiosos y les amenazaron con quemar el Templo con ellos dentro. Francisco y los que estaban se temían lo peor, aunque a él no le pillara por sorpresa todo aquello, pues tan sólo 9 días antes y quizá, inspirado por instinto sobrenatural, redactó un testamento ológrafo, en el que con toda humildad confirmaba su Amor por la Santa Iglesia Católica, por cuyo rito debía ser su funeral y pedía perdón a cuantos hubiese podido ofender durante su vida con especial atención a su familia. Expresaba también su deseo de ser enterrado con el hábito de fraile, por estar ligado desde joven con la Orden de San Francisco de Asís.

      Durante las largas horas que estuvieron retenidos por los milicianos en el interior de la Iglesia, Francisco sufrió un verdadero calvario, no sólo por su propia vida que encomendó totalmente al Señor sino por su familia, comenzando por su mujer y sus hijas. ¿Qué es lo que pasaría con sus hijas? ¿Iban a quedarse huérfanas tan pequeñitas? ¿Y su pobre mujer que estaba enferma sin el sustento para mantener a las niñas? La mayor tenía sólo 16 años, ¿no iba a poder protegerlas a todas de aquellos desalmados? Francisco ya intuiría entonces la tortura a la que fueron sometidas su mujer e hijas cuando los milicianos hicieron más de catorce registros en la casa después de asesinarlo. ¿Y si estallaba una guerra?, por que también le constaban a Francisco todos los disturbios que estaban aconteciendo en España y que presagiaban lo peor. ¿Ahora iba a quedarse su familia sin él? ¿Cuándo más lo necesitaban? Pero no sólo su mujer y sus hijas también estaba su anciana madre, ¿cómo se tomaría ella semejante crueldad, con lo que ella lo quería? La impotencia de Francisco debió ser insoportable, dada su enorme sensibilidad hacia los que sufren, hacia los desvalidos. ¿Cuántas veces había pedido en oración por la libertad de los prisioneros de la guerra de África? A los que los marroquíes sometían a todo tipo de crueldades y torturas: “es preciso a toda costa, por horror nacional, llevar a cabo la liberación, de grado o por fuerza, con precio o sin él, que las torturas angustiosas que atenazan los corazones de tantas mujeres españolas” (El clamor popular. Los prisioneros La Verdad 10-09-1922).


    “Hay en esta consideración al vencido un destello de racionalidad que distingue la guerra de las luchas entre seres inferiores, estimuladas por el instinto y desprovistas de toda generosa renunciación” ( Contra el derecho de gentes. El asesinato de los prisioneros  La Verdad 16-10-1921)

     O cuántos habían sido sus sufrimientos al conocer las paupérrimas condiciones de vida de las gentes la Europa Central después de la Gran Guerra. Cuando una organización feminista alemana (Vettet die Ehre) envió una carta denunciando abusos cometidos contra las mujeres en Alemania por parte de los ejércitos franceses procedentes de las colonias que ocuparon aquel país después del Tratado de Versalles, FMG opinaba de ésta que era “capaz de conmover a los corazones más insensibles” y proponía aunar esfuerzos “para acabar con el atropello inicuo de los pretendidos defensores de la justicia…del pueblo tristemente vencido” (Lamentos por el pueblo alemán, La Verdad, 1921 ) Le dolía sobre todo que algunas de aquellas mujeres violadas se hubiesen suicidado después o incluso hubiesen sido asesinadas.

     Su Amor por los demás le llevaba incluso a alegrarse cuando se hicieron reformas en la cárcel de Murcia para mejorar las condiciones de vida de los presos (De la vida mísera. La cárcel de Murcia. La verdad 16-02-1922) Y a apoyar las propuestas de crear unos tribunales especiales para los delicuentes menores, que no existían por aquel entonces en Murcia (por la infancia abandonada. Tribunales para niños. La Verdad 11-04-1922)
     Sus verdugos, los del Frente Popular, los que lo asesinaron junto con sus dos familiares, no conocían  todo lo que Francisco Martínez García había escrito y hecho por los más desfavorecidos, ni siquiera le habían visto nunca antes, solo tenían el encargo de matarlo, por un odio ciego hacia la fe que procesaba. Pero después de su angustiosa oración, Francisco recuperó la serenidad en el Señor, “se acercó a tranquilizar a sus compañeros de prisión y, con palabras impregnada en amor a Cristo, los invitó a esperar con fe en la misericordia de Dios y a disponer sus almas para el encuentro con El, volviendo de nuevo a su oración” (FMG, Cristiano y Mártir de Cristo, pág. 75) 

     Francisco se abandonó a la Divina Voluntad, encomendando todas las demás preocupaciones, que eran muchas y terribles, a su Infinita Misericordia. Perseveró hasta el final y todos nosotros, los que ahora podemos conocer estos hechos debemos alegrarnos porque nuestro hermano entregó su vida por Amor a Cristo y triunfó sobre las fuerzas del mal en Cristo Señor Nuestro.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Misa por la beatificación del Siervo de Dios

      El jueves 28 de octubre es el aniversario del nacimiento de D. Francisco Martínez García, que se encuentra en proceso de beatificación. La beatificación es un acto del Magisterio de la Iglesia donde se reconoce que la persona declarada bienaventurada (=beato) es un ejemplo de santidad para el pueblo de Dios. Dicho de otro modo, que está en el cielo e intercede por nosotros como uno de los muchos santos, además de ser propuesto como modelo a seguir. Pero la prudencia de la Iglesia circunscribe el culto que puede dársele al ámbito local. Sólo cuando se es canonizado, es decir, declarado como santo, tiene culto universal, y para ello hace falta el reconocimiento de algún milagro que el Señor nos concede por la intercesión de este hermano nuestro que queremos ver proclamado como santo.

     D. Francisco Martínez está en proceso de beatificación por martirio, el conocido como "bautismo de sangre", que es un don que el Señor da a los que se lo piden con fe: les da fuerzas para testimoniar con su muerte su fe en Cristo. Muchos de nosotros tenemos la convicción de que D. Francisco murió mártir en 1.936. Pero no sólo eso, no tenemos duda de que fue un broche de oro para toda una vida de valiente testimonio de su fe en Cristo y la Virgen, a quien tenía gran devoción. Podemos decir que murió así porque vivió así, siendo un testimonio vivo de Cristo entre nosotros.

     Por este motivo, en la celebración de la Misa de las 19:30 del jueves 28 de octubre se pedirá al Señor por la pronta beatificación de nuestro paisano, para que el Señor bendiga nuestro pueblo con su testimonio de fe y dedicación a la gente, y todos los días 28 de cada mes pediremos en la Misa para que la Santa Sede reconozca su martirio junto con el de otros muchos hermanos nuestros que murieron asesinados por odio a la fe en la desgraciada guerra civil que sufrió nuestro país de 1.936 a 1.939. Estáis todos invitados a participar en esta celebración. Al concluir la Misa, como todos los jueves, tendremos nuestra Adoración y Exposición del Santísimo de 20:00 a 21:00 h.

martes, 19 de octubre de 2010

Su verdadera vocación profesional: la enseñanza de los jóvenes

En la fotografía de arriba, podemos ver a Francisco Martínez García a los tres años de edad - en primera fila y en el centro- junto con todos sus compañeros de colegio y sus profesoras. Esta imagen incluida en el libro  F.M.G. Cristiano y Martir de Cristo, p.14 fue tomada en Molina de Segura hacia 1892. Nadie hubiese imaginado entonces, que aquel simpático niño tan bien arreglado a la moda de la época, llegaría a ser algún día catedrático de Psicología, Lógica, Ética y Rudimentos del Derecho. Consiguió la cátedra cuando ya era director del periódico La Verdad y supuso para él una enorme satisfacción, puesto que era algo que había estado intentando varias veces desde su época de estudiante y a lo que nunca había renunciado a pesar de las muchas trabas ya referidas anteriormente (ver entrada: La verdad ante todo 15-09-2010). Tal fue su entusiasmo que llegó a decir:
" Me gusta incomparablemente más el trabajo de la cátedra, para el que indudablemente he nacido, que el del periódico" (Una vida al servicio de la fe. Pág.69)
La plaza de catedrático obtenida, fue motivo de alegría colectiva, no sólo entre sus compañeros del periódico, que insertaron en el mismo una felicitación a su director; sino en el resto de la prensa murciana sin distinción alguna (El Tiempo, El Liberal, El Levante Agrario). Ninguno escatimó en elogios y reconocimientos hacia el nuevo catedrático. Debemos tener presente que en los años veinte, llegar a ser catedrático era mucho más excepcional que ahora, puesto que habían menos plazas y el gremio de la enseñanza era más exclusivo. Incluso se organizó un gran homenaje en el Hotel Amat al cual asistieron muchos de los conocidos de FMG y personajes ilustres de la época.
Fue precisamente la honda estima y el reconocimiento de sus virtudes lo que le impediría ejercer su preciada vocación docente durante más tiempo, como ya veremos en futuras entradas.
Podemos suponer que esta predilección por la enseñanza le venía a Francisco de sus profundas convicciones cristianas y de su entrañable amor por los más jóvenes.
Un año antes de todos estos acontecimientos, escribía en el editorial del diario La Verdad un artículo titulado La explotación de la niñez  en el cuál criticaba que "muchos padres arranquen a sus hijos del delicado ambiente de la escuela, donde se halla en formación el espíritu de los pequeñuelos..." para dedicarse a las "rudas faenas agrícolas" con demasiada "precocidad", "doblando sus tiernos cuerpecitos, bajo el peso de cargas brutales, desproporcionadas a su escasa resistencia física" (La Verdad 22/05/21 Pág.1)
En el mismo artículo se oponía a que los niños ejercieran la mendicidad o que participaran en espectáculos que fuesen contra la moral y la dignidad exigiendo igualmente el cumplimiento de las leyes de protección de la infancia, que ya existían entonces y apelando " a la solidaridad en el sentimiento que a cuantos somos padres debe producirnos esa inicua explotación de la niñez" (Pág 1.)
Afortunadamente y, gracias a personas que como Francisco Martínez, que denunciaron en su momento las injusticias de su época; hoy en día, la mayoría de los niños españoles reciben una educación escolar adecuada. Sin embargo existen muchas otras formas peores de atentar contra los niños modernos y que la sensibilidad de todo buen cristiano exige que se reprueben:
- Que se asesine a los niños cuando más indefensos están,en el seno materno. Y que sus asesinos sean sus propios padres y que la ley les de "derecho" a hacerlo. Algo que en los años 20, cuando todo el mundo estaba de acuerdo en que el aborto era un vil asesinato, se hubiese visto como algo profundamente diabólico.
- Que se prive a los niños del conocimiento de la Verdad y de no recibir una educación cristiana, empezando por el ejemplo de los propios padres. Dejando así inválidas a las futuras generaciones de una plena madurez y de unos principios morales básicos para saber como vivir correctamente. Sembrando de esta manera el germen de la degeneración social.
- Que los padres delegen alegremente el tiempo para estar con sus hijos. Siendo esto algo inexcusable, de una enorme irresponsabilidad, y no haciendo nada para impedir que los jóvenes pierdan el tiempo viendo la televisión o, lo que es mucho peor, impregnándose de inmoralidad a traves del acceso libre a Internet.
Podría seguir la lista con muchas más cosas con las que esta generación maltrata a los niños de una forma más sutil y más diabólica que la generación de los años veinte.
Espero que, el ejemplo de los cristianos valientes sirva para que en el futuro se reconozcan todos estos males. AMÉN

martes, 28 de septiembre de 2010

Una sólida vocación al matrimonio

Muchas cosas podríamos aprender los jóvenes de hoy en día de las virtudes como padre y como marido en la vida de Francisco Martínez García. Una de ellas fue su fidelidad desde el mismo momento en que su esposa y él se hicieron novios allá por el año 1905. Durante aquel verano un jovencísimo Francisco de 15 años escribe una carta a Carmen ( a la cuál conoce desde su infancia ) para felicitarla por su onomástica y confesarle su amor. Carmen, que era natural de Tribaldos (Cuenca) le corresponde en otra carta y se inicia así un largo noviazgo que se consuma en boda quince años después, cuando ambos ya han cumplido los 30. Fueron quince largos años de espera en los que el amor y el conocimiento mutuo fueron en aumento como muy bien testimonian las cartas que aún conservan las hijas del matrimonio.
En un párrafo de una de estas cartas dirigida a Carmen, publicado en el libro Una vida al servicio de la fé de Pedro Soler, podemos leer lo siguiente:
" Y qué deseos tan vivos tengo de que pase este tiempo que falta para la terminación del suplicio y lleguemos a la etapa dichosa en que nuestros destinos sean los mismos, y nuestro hogar se alegre con una descendencia fruto del cariño forjado día tras día, y nuestro vivir sea un idilio interminable en que la paz no se turbe y la alegría reine en nuestro corazón. Cuantísimo te quiero"  (Pág. 30).
Fue la suya una relación a distancia puesto que Francisco residía a caballo entre Madrid y Molina de Segura por motivo de sus estudios. Y esta circunstancia hace brillar aún más la enorme paciencia cultivada por los novios, virtud que el Apostol San Pablo en su primera epístola a los Coríntios señala como primer atributo del Amor Verdadero. Un Amor que, sembrado con paciencia y con dominio de las pasiones cosecha otro Amor y, probablemente también otra pasión  mayor y mas duradera. En la biografía de Pedro Soler, anteriormente referida, se nos describe a un Francisco ya casado "que irradiaba serenidad, alegría, bondad y cariño" (Pág. 43). "Un hombre que derrocha delicadeza y cariño con su mujer" (Pág. 44). Un padre que fomenta la alegría y la oración en su hogar. que disfruta de su tiempo libre con sus hijas, que escucha sus pequeños problemas con interés, que las ama, (el matrimonio tuvo 5 hijas).
La perfección de este matrimonio cristiano constituye un claro ejemplo en estos tiempos de insultos, peleas, infidelidades, búsqueda de placeres egoístas, utilización de los hijos, indiferencia ante al aborto, fomento del divorcio, del adulterio, y odio al compromiso. Recemos para que los chicos jóvenes de ahora se sientan animados por el ejemplo de Francisco y lleguen a ser hombres hechos y derechos, capaces de sacrificarse por sus futuras mujeres e hijos, de hacer renuncias personales en aras a una mayor felicidad familiar y que lleguen a ser tan valientes y tan decididos como para estar dispuestos a dar sus vidas como testimonio del Amor Supremo. AMÉN.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La verdad ante todo

      Comenzamos las entradas a este blog hablando de uno de los hijos más ilustres de la historia contemporanea de Molina de Segura, Don Francisco Martínez García. Nacido en 1889 en una casa cerca de la Iglesia de La Asunción, sexto de una familia de once hermanos, de los que sólo ocho alcanzaron la mayoría de edad. Los que conocían a esta familia decían de ellos que eran personas bondadosas, honradas, trabajadoras y austeros, y Francisco destacaba desde su más tierna infancia por su "bondad extraordinaria" y por su "clarísima inteligencia", según testimonio de su madre. Y nos podemos fiar sobradamente de este testimonio puesto que aún se conservan magníficos trabajos realizados por Francisco durante su etapa como bachiller en los que aborda y propone soluciones a diversas problemáticas sociales de la época con una rigurosidad y madurez que tendrían difícil comparación con cualquier otro estudiante de bachiller de hoy en día. Francisco llegaría a ser antes de ser asesinado a los 46 años de edad: Alcalde de la ciudad de Murcia, director del diario La Verdad, abogado de prestigio, catedrático de diversos institutos y padre modelo de una gran prole, como tendremos ocasión de ver en futuras entradas a lo largo de este blog.

     Una de las cosas que quiero destacar de su persona es su fidelidad a La Verdad Absoluta hasta la muerte . No estaba dispuesto a traicionala por nada del mundo ni siquiera por salvarse de ser asesinado. Era un hombre con las ideas claras. Ni por influencias, ni por presiones, ni por posición social, ni por conveniencias familiares, ni por ahorrarse decepciones en su trabajo, ni por dinero, ni por salud, ni por desesperación. Nada estaba por encima sus principios morales y de su fidelidad a la Verdad y a la Justicia. Una vez durante una de las clases de historia en la Universidad, uno de sus profesores Miguel Morayta, alto representante de de la masonería española negó descaradamente la existencia de Dios y del Alma. Francisco puesto pié le espetó:
"-Señor Morayta, aquí venimos a aprender historia y no religión; además lo que usted ha afirmado no es cierto."
Al profesor quedó mudo y sorprendido ante la rotundidad del sentido común de Francisco. Y le contestó como contesta la gente a la que no le interesa lo más mínimo la Verdad, sino sólo satisfacer su orgullo, insultando a Francisco:
"-Ya decía yo que usted tiene cara de haber estudiado con los frailes."
Ante esta descalificación pública, Francisco sereno no pierde la oportunidad de recrearse nuevamente en la Verdad de las cosas sin importarle lo más mínimo las alusiones a su persona:
"- ¿A qué negarlo? si lo tengo a mucha honra." (Una vida... p. 32)

     Esta profunda honradez intelectual le trajo no pocos problemas en determinados estamentos anticlericales de la época. Un ejemplo de esto es la vez que opositó a la Cátedra de Psicología, Lógica, Ética y rudimentos del Derecho del Instituto de Cartagena. Después de estar meses estudiando pesadamente para prepararse los exámenes (todos losque os hayáis preparado oposiciones alguna vez sabéis lo duro que resulta) y después de acabarlos, uno de los miembros del tribunal ligado a la masonería le dijo con insolencia:
"-Desengáñese Sr. Martínez, mientras no se haga de los nuestros jamás será catedrático.
- Pues no lo seré nunca - respondió nuestro venerable vecino." (Una vida..., p. 40)

     Los cristianos debemos aprender de Francisco esta enorme virtud de ser fieles por encima de nuestros intereses personales a la Verdad de las cosas, y si, en algún determinado momento, no sabemos cual es la Verdad, debemos ser fieles y diligentes a la averiguación de esta Verdad Objetiva. AMÉN