martes, 28 de septiembre de 2010

Una sólida vocación al matrimonio

Muchas cosas podríamos aprender los jóvenes de hoy en día de las virtudes como padre y como marido en la vida de Francisco Martínez García. Una de ellas fue su fidelidad desde el mismo momento en que su esposa y él se hicieron novios allá por el año 1905. Durante aquel verano un jovencísimo Francisco de 15 años escribe una carta a Carmen ( a la cuál conoce desde su infancia ) para felicitarla por su onomástica y confesarle su amor. Carmen, que era natural de Tribaldos (Cuenca) le corresponde en otra carta y se inicia así un largo noviazgo que se consuma en boda quince años después, cuando ambos ya han cumplido los 30. Fueron quince largos años de espera en los que el amor y el conocimiento mutuo fueron en aumento como muy bien testimonian las cartas que aún conservan las hijas del matrimonio.
En un párrafo de una de estas cartas dirigida a Carmen, publicado en el libro Una vida al servicio de la fé de Pedro Soler, podemos leer lo siguiente:
" Y qué deseos tan vivos tengo de que pase este tiempo que falta para la terminación del suplicio y lleguemos a la etapa dichosa en que nuestros destinos sean los mismos, y nuestro hogar se alegre con una descendencia fruto del cariño forjado día tras día, y nuestro vivir sea un idilio interminable en que la paz no se turbe y la alegría reine en nuestro corazón. Cuantísimo te quiero"  (Pág. 30).
Fue la suya una relación a distancia puesto que Francisco residía a caballo entre Madrid y Molina de Segura por motivo de sus estudios. Y esta circunstancia hace brillar aún más la enorme paciencia cultivada por los novios, virtud que el Apostol San Pablo en su primera epístola a los Coríntios señala como primer atributo del Amor Verdadero. Un Amor que, sembrado con paciencia y con dominio de las pasiones cosecha otro Amor y, probablemente también otra pasión  mayor y mas duradera. En la biografía de Pedro Soler, anteriormente referida, se nos describe a un Francisco ya casado "que irradiaba serenidad, alegría, bondad y cariño" (Pág. 43). "Un hombre que derrocha delicadeza y cariño con su mujer" (Pág. 44). Un padre que fomenta la alegría y la oración en su hogar. que disfruta de su tiempo libre con sus hijas, que escucha sus pequeños problemas con interés, que las ama, (el matrimonio tuvo 5 hijas).
La perfección de este matrimonio cristiano constituye un claro ejemplo en estos tiempos de insultos, peleas, infidelidades, búsqueda de placeres egoístas, utilización de los hijos, indiferencia ante al aborto, fomento del divorcio, del adulterio, y odio al compromiso. Recemos para que los chicos jóvenes de ahora se sientan animados por el ejemplo de Francisco y lleguen a ser hombres hechos y derechos, capaces de sacrificarse por sus futuras mujeres e hijos, de hacer renuncias personales en aras a una mayor felicidad familiar y que lleguen a ser tan valientes y tan decididos como para estar dispuestos a dar sus vidas como testimonio del Amor Supremo. AMÉN.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La verdad ante todo

      Comenzamos las entradas a este blog hablando de uno de los hijos más ilustres de la historia contemporanea de Molina de Segura, Don Francisco Martínez García. Nacido en 1889 en una casa cerca de la Iglesia de La Asunción, sexto de una familia de once hermanos, de los que sólo ocho alcanzaron la mayoría de edad. Los que conocían a esta familia decían de ellos que eran personas bondadosas, honradas, trabajadoras y austeros, y Francisco destacaba desde su más tierna infancia por su "bondad extraordinaria" y por su "clarísima inteligencia", según testimonio de su madre. Y nos podemos fiar sobradamente de este testimonio puesto que aún se conservan magníficos trabajos realizados por Francisco durante su etapa como bachiller en los que aborda y propone soluciones a diversas problemáticas sociales de la época con una rigurosidad y madurez que tendrían difícil comparación con cualquier otro estudiante de bachiller de hoy en día. Francisco llegaría a ser antes de ser asesinado a los 46 años de edad: Alcalde de la ciudad de Murcia, director del diario La Verdad, abogado de prestigio, catedrático de diversos institutos y padre modelo de una gran prole, como tendremos ocasión de ver en futuras entradas a lo largo de este blog.

     Una de las cosas que quiero destacar de su persona es su fidelidad a La Verdad Absoluta hasta la muerte . No estaba dispuesto a traicionala por nada del mundo ni siquiera por salvarse de ser asesinado. Era un hombre con las ideas claras. Ni por influencias, ni por presiones, ni por posición social, ni por conveniencias familiares, ni por ahorrarse decepciones en su trabajo, ni por dinero, ni por salud, ni por desesperación. Nada estaba por encima sus principios morales y de su fidelidad a la Verdad y a la Justicia. Una vez durante una de las clases de historia en la Universidad, uno de sus profesores Miguel Morayta, alto representante de de la masonería española negó descaradamente la existencia de Dios y del Alma. Francisco puesto pié le espetó:
"-Señor Morayta, aquí venimos a aprender historia y no religión; además lo que usted ha afirmado no es cierto."
Al profesor quedó mudo y sorprendido ante la rotundidad del sentido común de Francisco. Y le contestó como contesta la gente a la que no le interesa lo más mínimo la Verdad, sino sólo satisfacer su orgullo, insultando a Francisco:
"-Ya decía yo que usted tiene cara de haber estudiado con los frailes."
Ante esta descalificación pública, Francisco sereno no pierde la oportunidad de recrearse nuevamente en la Verdad de las cosas sin importarle lo más mínimo las alusiones a su persona:
"- ¿A qué negarlo? si lo tengo a mucha honra." (Una vida... p. 32)

     Esta profunda honradez intelectual le trajo no pocos problemas en determinados estamentos anticlericales de la época. Un ejemplo de esto es la vez que opositó a la Cátedra de Psicología, Lógica, Ética y rudimentos del Derecho del Instituto de Cartagena. Después de estar meses estudiando pesadamente para prepararse los exámenes (todos losque os hayáis preparado oposiciones alguna vez sabéis lo duro que resulta) y después de acabarlos, uno de los miembros del tribunal ligado a la masonería le dijo con insolencia:
"-Desengáñese Sr. Martínez, mientras no se haga de los nuestros jamás será catedrático.
- Pues no lo seré nunca - respondió nuestro venerable vecino." (Una vida..., p. 40)

     Los cristianos debemos aprender de Francisco esta enorme virtud de ser fieles por encima de nuestros intereses personales a la Verdad de las cosas, y si, en algún determinado momento, no sabemos cual es la Verdad, debemos ser fieles y diligentes a la averiguación de esta Verdad Objetiva. AMÉN