martes, 19 de octubre de 2010

Su verdadera vocación profesional: la enseñanza de los jóvenes

En la fotografía de arriba, podemos ver a Francisco Martínez García a los tres años de edad - en primera fila y en el centro- junto con todos sus compañeros de colegio y sus profesoras. Esta imagen incluida en el libro  F.M.G. Cristiano y Martir de Cristo, p.14 fue tomada en Molina de Segura hacia 1892. Nadie hubiese imaginado entonces, que aquel simpático niño tan bien arreglado a la moda de la época, llegaría a ser algún día catedrático de Psicología, Lógica, Ética y Rudimentos del Derecho. Consiguió la cátedra cuando ya era director del periódico La Verdad y supuso para él una enorme satisfacción, puesto que era algo que había estado intentando varias veces desde su época de estudiante y a lo que nunca había renunciado a pesar de las muchas trabas ya referidas anteriormente (ver entrada: La verdad ante todo 15-09-2010). Tal fue su entusiasmo que llegó a decir:
" Me gusta incomparablemente más el trabajo de la cátedra, para el que indudablemente he nacido, que el del periódico" (Una vida al servicio de la fe. Pág.69)
La plaza de catedrático obtenida, fue motivo de alegría colectiva, no sólo entre sus compañeros del periódico, que insertaron en el mismo una felicitación a su director; sino en el resto de la prensa murciana sin distinción alguna (El Tiempo, El Liberal, El Levante Agrario). Ninguno escatimó en elogios y reconocimientos hacia el nuevo catedrático. Debemos tener presente que en los años veinte, llegar a ser catedrático era mucho más excepcional que ahora, puesto que habían menos plazas y el gremio de la enseñanza era más exclusivo. Incluso se organizó un gran homenaje en el Hotel Amat al cual asistieron muchos de los conocidos de FMG y personajes ilustres de la época.
Fue precisamente la honda estima y el reconocimiento de sus virtudes lo que le impediría ejercer su preciada vocación docente durante más tiempo, como ya veremos en futuras entradas.
Podemos suponer que esta predilección por la enseñanza le venía a Francisco de sus profundas convicciones cristianas y de su entrañable amor por los más jóvenes.
Un año antes de todos estos acontecimientos, escribía en el editorial del diario La Verdad un artículo titulado La explotación de la niñez  en el cuál criticaba que "muchos padres arranquen a sus hijos del delicado ambiente de la escuela, donde se halla en formación el espíritu de los pequeñuelos..." para dedicarse a las "rudas faenas agrícolas" con demasiada "precocidad", "doblando sus tiernos cuerpecitos, bajo el peso de cargas brutales, desproporcionadas a su escasa resistencia física" (La Verdad 22/05/21 Pág.1)
En el mismo artículo se oponía a que los niños ejercieran la mendicidad o que participaran en espectáculos que fuesen contra la moral y la dignidad exigiendo igualmente el cumplimiento de las leyes de protección de la infancia, que ya existían entonces y apelando " a la solidaridad en el sentimiento que a cuantos somos padres debe producirnos esa inicua explotación de la niñez" (Pág 1.)
Afortunadamente y, gracias a personas que como Francisco Martínez, que denunciaron en su momento las injusticias de su época; hoy en día, la mayoría de los niños españoles reciben una educación escolar adecuada. Sin embargo existen muchas otras formas peores de atentar contra los niños modernos y que la sensibilidad de todo buen cristiano exige que se reprueben:
- Que se asesine a los niños cuando más indefensos están,en el seno materno. Y que sus asesinos sean sus propios padres y que la ley les de "derecho" a hacerlo. Algo que en los años 20, cuando todo el mundo estaba de acuerdo en que el aborto era un vil asesinato, se hubiese visto como algo profundamente diabólico.
- Que se prive a los niños del conocimiento de la Verdad y de no recibir una educación cristiana, empezando por el ejemplo de los propios padres. Dejando así inválidas a las futuras generaciones de una plena madurez y de unos principios morales básicos para saber como vivir correctamente. Sembrando de esta manera el germen de la degeneración social.
- Que los padres delegen alegremente el tiempo para estar con sus hijos. Siendo esto algo inexcusable, de una enorme irresponsabilidad, y no haciendo nada para impedir que los jóvenes pierdan el tiempo viendo la televisión o, lo que es mucho peor, impregnándose de inmoralidad a traves del acceso libre a Internet.
Podría seguir la lista con muchas más cosas con las que esta generación maltrata a los niños de una forma más sutil y más diabólica que la generación de los años veinte.
Espero que, el ejemplo de los cristianos valientes sirva para que en el futuro se reconozcan todos estos males. AMÉN

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