lunes, 13 de diciembre de 2010

Buscad primero el Reino de Dios y su justicia...

         
             Ya hemos señalado con anterioridad la extraordinaria capacidad de trabajo que tenía Francisco Martínez. Como fue sobre todo su perseverancia la que le llevó a conseguir aquella plaza de catedrático sin rendirse a los desánimos de las muchas trabas y dificultades. Simultaneando muchas veces la dura tarea del estudio con su cargo de director de periódico, y con sus obligaciones en el ejercicio de la abogacía (se inscribió en el Colegio Oficial de Abogados de Murcia en 1920). Con todo el entusiasmo y esfuerzo que ponía para conseguir todo aquello que quería, nunca dejó de abandonarse completamente a la Divina Providencia. Él mismo lo puso de manifiesto en su toma de posesión como director de La Verdad, cuando expresó su deseo de mejorar el periódico en dos vertientes, la espiritual y la material:

" Dos fines... que convergen en uno, ajustándose en todo a las palabras del evangelio: " Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán dadas por añadidura" (Mt 6,33)" - Una vida al servicio de la fe pág. 56 -.

             Francisco tomaría estás palabras de Jesucristo como algo cotidiano en su vida. Por ejemplo, en el libro de Pedro Soler anteriormente referido se nos dice que muchas veces no cobraba nada por la defensa jurídica de clientes con escasos medios:

" En su dietario de cuentas podía leerse con relatica frecuencia: "No cobrar" (Pág. 49)

          No le importaba dejar de ganar dinero si se podía hacer justicia a una persona pobre.
Otro claro ejemplo de confianza en la Divina Providencia podemos encontrarlo en su paso por la política. En Marzo del año 1924, tras la dimisión del entonces alcalde de Murcia, el gobernador civil nombró los concejales de la nueva corporación municipal, entre los cuáles figuraba el nombre de Francisco Martínez García "catedrático y periodísta". D. Francisco se enteró de su inclusión en la lista cuando se encontraba en Orense preparando su traslado de la cátedra de Filosofía y Derecho. Sorprendido escribió al nuevo alcalde para informarle de su recién estrenada plaza de instituto en aquella ciudad y de su consecuente imposibilidad para pertenecer al nuevo ejecutivo. Entonces se acordó en sesión municipal concederle un periodo de excedencia hasta que volviese a Murcia. En una carta que le escribió a Carmen, su mujer, le decía:

" Si el cargo fuera renunciable, excuso decirte que me hubiera faltado tiempo para mandar por telégrafo mi dimisión" ( Una vida al servicio de la fe pág.84)

          Este brusco cambio de planes (recordemos que la vocación preferida de D.Francisco siempre fue la docencia) no le impidió dedicarse a su nueva profesión de concejal con el entusiasmo y entrega que le caracterizaban. Posteriormente, y tras la dimisión del nuevo alcalde Fernando Delmas por problemas de salud, D. Francisco fue elegido alcalde de Murcia por otro gobernador civil, el señor Salgado Biempica.
"... es evidente que yo fui a la Alcaldía de Murcia sin pretenderlo y por designación..." Escribiría posteriormente FMG en su libro A la hora de las responsabilidades. Las reformas urbanas de Murcia.

            D. Francisco se tomó con especial entrega esta nueva responsabilidad al frente del ejecutivo murciano, entrega que, incluso le impediría muchas veces tomar sus vacaciones reglamentarias en un periodo de mucho estrés tan diferente quizá del que él se hubiera imaginado como catedrático. Queda claro que, más allá de sus preferencias personales, él hacía lo que consideraba su deber en cada momento abandonándose plenamente en las manos del Creador.

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