viernes, 26 de noviembre de 2010

La eutanasia

        Entre los artículos de Francisco Martínez García del diario La Verdad, hay uno que me ha llamado poderosamente la atención, lleva por título La eutanasia y su fecha de publicación es el 14 de febrero del año 1925. Cuando lo vi quedé sorprendido de que en aquella época también se reflexionase sobre este tema que está ahora tan de actualidad. Pensándolo bien, tengo que reconocer que la eutanasia no es más que un "suicidio asistido" y suicidas ha habido en todas las épocas. En el caso que nos compete D. Francisco se hace eco de un suceso que conmocionó a muchos países de Europa, incluida España. Uminska, una famosa artista polaca inyectó a su amigo Ziwerski una mezcla de potentes analgésicos que le causaron la muerte. El caso fue llevado a los tribunales y Uminska fue absuelta por un jurado en Paris, ciudad donde ocurrieron los hechos. Su abogada pudo convencer al Tribunal que fue el propio Ziwerski, enfermo terminal de cáncer, quién había pedido a su amiga ayuda para morir. Según FMG el fallo del Tribunal "cohonestó plenamente la conducta de la matadora, suponiéndola inspirada por móviles altruistas y elevados".
        D. Francisco no podía disimular su indignación ante tal sentencia y la califica de "injusta". No olvidemos que, además de director de La Verdad, era ya un prestigioso abogado en funciones. En esta ocasión, sin embargo tuvo que limitarse al simple litigio periodístico, comenzando por lamentarse de la escasa fuerza de las tesis acusadoras del fiscal, quien " apenas pudo emplear otro argumento de defensa ... que el de que la ciencia médica pudo haber descubierto la curación del cáncer en el periodo que hubiese mediado entre la muerte violenta  y la natural producida por el padecimiento".
Esta escasez en la acusación se debió fundamentalmente, según nuestro vecino a que se encontraba "fuera de la Moral Católica" sin la cuál "es muy difícil justificar la verdadera regla de conducta" Ya que, como él mismo reconoce " para la doctrina católica... no existe si quiera el problema, pues de la mera enunciación del mismo se desprende su manifiesta inmoralidad".
        Para FMG no existe ninguna duda de que "para la sana moral, la eutanasia es abominable, porque dispone de la vida del paciente, cuando sólo Dios tiene tal derecho, que no puede serle disputado a pretexto de evitar sufrimientos... inseparables compañeros de la humanidad"  así " lejos de constituir un acto de caridad, la privación del dolor, entraña el más inicuo de los despojos, puesto que la vida es el sumo bien de que el hombre dispone en este mundo".
        Estoy plenamente de acuerdo con D. Francisco, ya que aunque los cristianos no debemos juzgar a nadie como muy bien nos manda el Señor (Lucas 6, 37), eso no quita de que debamos eximir de castigo humano a los que cometen delitos. No soy filósofo ni jurista, pero me resulta fácil imaginar lo terrible que sería convertir la eutanasia en un derecho.
        Primero, ¿en qué casos se podría ejercer este derecho? Parece lógico pensar que sólo en aquellos en los que existiese una enfermedad mortal e incurable. El problema viene cuando pensamos en la cantidad de enfermedades incurables que existen: el cáncer, la diabetes, el sida, la sífilis, el enanismo, la migraña, la hipertensión, el autismo.... la lista de enfermedades incurables es muy grande. Alguno puede pensar, pero sólo las que sean mortales. Eso aún es más difícil de determinar pues tenemos muchos ejemplos de enfermos de enfermedades graves que siguen vivos mucho tiempo después. Como el célebre científico inglés Stephen Hawking o la artista Lola Flores que tuvo cáncer durante 27 años. Y si seguimos el criterio del dolor, aún es más subjetivo, puesto que siempre ha habido gente dispuesta a suicidarse por una depresión, o por un desamor, o gente que afirma que con una migraña crónica se puede sentir más dolor que con el cáncer. ¿Y si lo dejamos en manos de un comité médico? ¿Y qué criterios seguirían? ¿Quién definiría esos criterios? Acabaríamos por reconocer el derecho a morir a toda persona, puesto que sólo dependería de su subjetividad. La sociedad se transformaría en un monstruo hedonista, dispuesto a sufrir cada vez menos y al final tendríamos que prohibir la eutanasia para poder vivir en sociedad. Así que el problema no está en un caso particular sino en reconocer la eutanasia como un derecho, en reconocer una mentira, igual que pasa con el aborto.

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