viernes, 30 de septiembre de 2011

La herencia del perdón

Con motivo del 75 aniversario de la muerte de Don Francisco Martínez, se organizó  el pasado 5 de agosto una misa en la Fuensanta, coincidiendo con la fecha exacta de su martirio. A la celebración asistieron, como viene siendo habitual en estos actos, sus familiares entre los que se encontraban su hija menor, sus sobrinas y sobrinos, sus nietos etc. Después de la misa, nos congregamos todos a la sombra del arco que separa la Iglesia y el monasterio de monjas benedictinas que hay en el Santuario. Entonces, una de las sobrinas de Don Francisco, de muy avanzada edad, nos habló  de sus vivencias durante el transcurso de la guerra civil española. Francisco, el joven pintor del mural dedicado a nuestro mártir molinense, Alberto Guardia y yo mismo escuchamos estos relatos con mucho  interés.  A pesar de ser una familia (la de Don Francisco Martínez) duramente castigada por la contienda, no he observado entre sus familiares vivos ningún gesto de rencor ni de venganza. Ni cuando relatan oscuros episodios del pasado, ni cuando tienen que hacer o decir algo relacionado con la vida de sus  padres. Esto es algo que sorprende cuando se conoce el acoso al que estuvieron sometidos, por ejemplo algunos hermanos de nuestro Siervo de Dios. Los cuales, con el tremendo dolor de su vil asesinato, tuvieron que soportar también duras persecuciones por causa de la fe, una vez iniciada la guerra.  Hubiera sido muy fácil, e incluso natural, haber utilizado las muchas influencias de su difunto hermano para tratar de vengar convenientemente su muerte, durante y especialmente después de la guerra. Algo que, en el particular caso de Don Francisco Martínez hubiese sido aplicar la justicia pura y dura. Sin embargo, esta familia opto por perdonar, por encomendarse al Señor y obtener de Él la Gracia necesaria. Comenzando por la esposa e hijas de FMG, como ya hemos relatado en otras entradas de este blog, y siguiendo por el resto de sus familiares. Perdonar  tanta vileza, tanta maldad es quizá imposible humanamente hablando; pero con la Gracia del Señor estoy seguro de que el Perdón no sólo no es una carga sino que es una bendición para todos.
Los recuerdos de todas aquellas persecuciones que nuestros cristianos molinenses soportaron con la paciencia de los santos, se nos relatan ahora a través de los niños y adolescentes de aquellos años, hoy convertidos en ancianos. Que no sufrieron tanto como lo hicieron sus padres debido precisamente a que sus padres les enseñaron con el valioso ejemplo de sus vidas cómo perdonar.  ¿por qué no hacemos nosotros los hombres y mujeres de nuestro tiempo lo mismo? ¿por qué no enseñar a nuestros hijos a perdonar con la ayuda del Señor? De esta forma les estaremos evitando también una larga vida llena de Rencor y sufrimiento.

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